Mula, La

¡Carretero de bronce! Ya no encones
las ancas de tus mulas desangradas;
tú que llevas también en tus pulmones
las huellas de cien cruces arrastradas.

Yo no sé qué siniestras emociones
en sus carnes están encarceladas;
y a tu aullido de alcohol, sus corazones
ofician subterráneas carcajadas…

Por las calles, eternas pasajeras
de monótono rumbo y acre tufo,
retornan, como sombras pordioseras.

¡Desarma tu interés…! ¡Ya el sol naufraga,
y en tus espaldas signa en tono bufo
una lonja rubí, como una llaga!

Soneto 70

Solo y medroso, del peligro cierto,
que en la guerra de Amor temido había,
con fortuna mejor tarde huía
en tanta tempestad seguro al puerto.

Mas en el paso del camino incierto,
cuando con más descuido proseguía,
Amor, que en vuestros ojos me atendía,
de un golpe atravesó mi pecho abierto.

Y antes, que yo pudiese de mi pena
alabar la ventura, envidiöso
huyó con vos, y me dejó perdido,

Cual huye el Parto, do el Eufrates suena,
y revuelve el caballo presuroso,
dejando al fiero contendor herido.

Soneto 69

Pongan en tu sepulcro, ¡oh flor de España!,
la virtud militar y la victoria
grandes ciudades presas en memoria,
y todo el noble mar, que a Grecia baña.

Tú solo, tú con singular hazaña
ganaste vencedor tan alta gloria,
que las voces se cansan de la historia,
que tus ínclitos hechos acompaña.

El furor de Otomano quebrantado
será justo despojo, que esculpido
en lengua de la fama alce tu nombre

Con tal blasón, valor nunca domado,
ingenio y arte hacen, que vencido
no pueda ser del tiempo un mortal hombre.

Soneto 10

Rojo Sol, que con hacha luminosa
coloras el purpúreo y alto cielo,
¿hallaste tal belleza en todo el suelo,
que iguale a mi serena Luz dichosa?

Aura suäve, blanda y amorosa,
que nos halagas con tu fresco vuelo,
cuando se cubre del dorado velo
mi Luz, ¿tocaste trenza más hermosa?

Luna, honor de la noche, ilustre coro
de las errantes lumbres, y fijadas,
¿consideraste tales dos estrellas?

Sol puro, Aura, Luna, llamas de oro,
¿oístes vos mis penas nunca usadas?
¿vistes Luz más ingrata a mis querellas?

Que Consuela un celoso, Epilogando la Serie de los Amores

A mor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos,
susténtase de llantos y de ruego.

Doctrínanle tibiezas y despego,
conserva el sér entre engañosos velos,
hasta que con agravios o con celos
apaga con sus lágrimas su fuego.

Su principio, su medio y fin es este;
pues ¿por qué, Alcino, sientes el desvío
de Celia que otro tiempo bien te quiso?

¿Qué razón hay de que dolor te cueste?
Pues no te engañó amor, Alcino mío,
sino que llegó el término preciso.

Chanson

Que me sert qu'un Soleil des cieux
Rapporte un Esté gracieux,
Redorant les fleurs par sa flame,
Si le Printemps rit à mes yeux,
L'Hiver pleure au fond de mon ame?

Que me sert qu'un nouveau retour
Ouvre le sein du mois d'Amour
Aux fleurs, aux lis, à la ramée?
Las! où mon Printemps fait sejour
Pour mon cœur la porte est fermée!

Quel printemps me peut consoler
Du mal qui me fait desoler
Loin du bel œil qui me conforte?
L'Avril qu'on voit renouveler,
Seulement du soucy m'apporte.

No te veo. Bien sé

No te veo. Bien sé
que estás aquí, detrás
de una frágil pared
de ladrillos y cal, bien al alcance
de mi voz, si llamara.
Pero no llamaré.
Te llamaré mañana,
cuando, al no verte ya,
me imagine que sigues
aquí cerca, a mi lado,
y que basta hoy la voz
que ayer no quise dar.
Mañana … cuando estés
allá detrás de una
frágil pared de vientos,
de cielos y de anos.

Descubrimiento

Yo he sido ciego:
tal es mi alegría
delante de las múltiples
presencias de la vida.

¡Qué campos me hizo Dios!
¡Qué pueblecitos en el campo!
¡Qué anímulas errátiles
y líricas navegan
por el mar invisible
del aire, sede suya.

Ciego, ciego … Y ahora,
con profunda codicia,
quiero beber colores
y formas y perfiles
sin perder un matiz
por sellado que sea.
Aquel chopo que hunde
su pie verde en la umbría
y su copa en el oro
invisible del aire …
Aquel arbusto gris,

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